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lunes, 5 de julio de 2010

Del capitalismo a la capitalización



Desde ese momento cambió mi percepción del mundo…


La otra vez, estaba esperando a que me hicieran un perro caliente cerca de mi casa. De pronto, un niño de unos ojos tan negros que aclaraban la noche y una boca hecha de hambre y cansancio me pidió “una monedita”, metí mis manos al bolso y le regalé 500 pesos. El niño se quedó a los alrededores para conseguir más dinero. Yo lo veía con ojos de compasión y pensaba “cómo pueden haber niños pidiendo en la calle y sin comer”. Él notaba que yo lo observaba con detenimiento, ese ritual duró como unos cinco minutos más. Un sentimiento en mí hizo que lo llamara, él, con incredulidad, llegó hasta donde estaba yo. Le pregunté que si ya había comido y que si quería un perro, su respuesta fue una sola palabra monosilábica, pero tan dolorosa, tan llena de hambre y llena de esperanzas. Le dije al señor que atendía que me hiciera otro perro sencillo.

Yo no soy de las que le da limosnas a la gente, pero ese día me nació por un yo no sé qué. Pero, lo que cambiaría mi percepción, no era sólo eso, sino lo que pasó luego…
No entendía, se suponía que debería ser la que velara pro todos los ciudadanos, incluyendo a los niños que no tienen nada para comer ni dónde dormir. Entonces, recordé mi clase de Historia Económica General, cuando el profesor decía que había una distinción entre capitalismo, capitalismo de estado y neoliberalismo. Caí en cuenta que no estaba en un capitalismo de estado, sino en un neoliberalismo.

¿Cómo era que este sistema económico había permutado?
Bien, he llegado a pensar que el capitalismo es indestructible y que, tal como lo es la materia, no se destruye, sino que se transforma o, tal como lo hizo Jesús, muere pero resucita a los tres días; el capitalismo es como una religión o como la parte esencial de la física. Cuando un sistema se ve en crisis, recordemos que la crisis es la anomalía de todo paradigma (según, Kunt), es menester que se originen nuevas formas de economía (por ello, muchos países adoptaron el socialismo) o que se cambie algo del antiguo sistema. El salvavidas del capitalismo ha sido el Estado y la democracia. Esta será mi hipótesis, parece una locura decir que el Estado haya sido el salvador de este modo de producción, pero los argumentos serán contundentes.
Es sabido que el llamado Laissez-faire o ‘libre competencia’ es la base del capitalismo. Es una buena base, si se observan los planteamientos de este sistema económico, puesto que une los planteamientos hedonistas utilitaristas individuales de Hume y sus predecesores con las propuestas sociales de “Voluntad General” de Bentham, Paley y Locke. La libre competencia fue justificada con el enunciado de que los individuos, por naturaleza, tienden a buscar l bien común; entonces, si dejaba la economía a los intereses particulares no había problema en que llegara el bien común, puesto que esto era innato a los sujetos. Además, el capitalismo aprovechó el mal manejo que había tenido el Estado a lo largo del siglo XVIII, esto fue una gran ayuda para que el nuevo sistema económico rondara por las cabezas de todos.

A ello, se le sumó el que Darwin postulara su teoría de la evolución y que dijera que la libre competencia había hecho al hombre, esa ley de la selectividad. EL principio de la supervivencia del más fuerte podía considerarse como una amplia generalización de la economía. Entonces, Keynes, en su ponencia El final del ‘Laissez-faire (1926), nos decía que las jirafas con el cuello más largo eran las que podían alcanzar los mejores alimentos, mientras que las demás estaban relegadas a comer las sobras o las hojas pisoteadas que cayeran al suelo, pero que, tarde o temprano, debían morir para que siguiera la libre competencia entre las más fuertes.


El capitalismo estaba planteado desde el laissze-faire, pero, para ello, necesitaban una libertad económica que, para sus comienzos, estaba restringida; necesitaban una economía de mercado. Sin embargo, el Estado no se opuso a que se le hiciera a un lado, incluso los gobernantes decían “Para gobernar mejor, hay que gobernar menos”. Entonces, el Estado dejó que las grandes jirafas destruyeran a las más débiles sin piedad, que los grandes empresarios que se valieron de su capacidad y estrategia para convertir cualquier capital en producción y dinero destruyeran a las jirafas de cuello corto. Marx y Engels ya habían advertido que el problema de este modo de producción se encontraba en la distribución y lo que planteaban era un socialismo impuesto por medio de una revolución, hasta este instante del texto tienen razón.

Ahora bien, nos preguntaremos cómo es posible que la sociedad dejara que se impusiera un modo económico capitalismo cuando la libre competencia ignoraba a los más débiles. Muy fácil, el poder simbólico capitalismo planteó su salvavidas de siempre: la democracia. Por medio de este sistema gubernamental se hacía que las personas fueran iguales y fraternales en lo público, pues eran vistos y constituidos con los mismos ojos por el Estado (nótese que aquí otra vez el Estado le salva el pellejo al capitalismo). El capitalismo se valió de una división dual de la sociedad: lo público y lo privado; el primero era donde la igualdad y la fraternidad y lo segundo era donde la libertad se ejercía, peor no cualquier libertad, sino una libertad económica. Pareciese una estructura organizadora social sacada de la isla utópica.

Sin embargo, ese poderoso Titanic que navegaba hasta por los océanos más congelados del mundo llamado capitalismo, ese gran barco que ni Dios lo podía destruir, ve un gran bloque de hielo en medio de su camino, lo trata de esquivar, pero el accidente no se hace esperar y el daño es inevitablemente profundo. Veamos cuál fue la punta del iceberg: en 1929, se da la mayor crisis del capitalismo en el mundo e irrumpe con la tranquilidad de los economistas. Las acciones y las ventas subieron de una manera galopante y, por lo tanto, el precio. Para los grandes empresarios era un gran negocio comprar acciones, se podía obtener dinero fácil, por lo que se genera una “locura de masas”; existe una libre competencia, no hay control, todos pueden hacer lo que se les da la gana. Y, entre lo que se les da la gana, está el pedir créditos y/o en otorgar créditos para la compra de acciones. Entonces, los créditos en os bancos se disparan de una manera descabellada, de pronto, no hay dinero en los bancos (todo está prestado, no hay dinero en las cuentas de los empresarios (todo se fue en acciones), no hay empleos; debido a todo lo anterior, no hay dinero, es decir, ¡no hay consumo!, la producción se pierde y no hay capital para seguir produciendo.

La punta del iceberg es preocupante, pero lo que está debajo del agua lo es aún más. El siglo XIX es un siglo optimista, en donde el hombre creyó que todos los interrogantes se solucionaban con la ciencia y la tecnología. Atención a este último elemento, puesto que, según Marx, esto significa mayor innovación y mayor producción en las maquinarias y, en consecuencia, mayor desempleo. La otra mitad que se encuentra por debajo de la superficialidad oceánica es el agro, pues la exportación de alimentos y la riqueza de E.U. era dada, en parte, por la exportación hacia los países en guerra, sin embargo, la Primera Gran Guerra ya había sido historia.
El agujero en el capitalismo era grande y el barco se hundía terriblemente con las bases del laissez-faire, pero para fortuna de este modo de producción y para desgracia del socialismo, el Titanic llevaba a Keynes de pequeño barco de emergencia. En 1926, aparece Keynes y su propuesta del capitalismo de Estado (nótese esta última palabra, este organismo es el salvador), el Estado de Bienestar.

¿Qué propone este personaje odiado por los socialistas? Keynes nos dice que las corrientes económicas que pretenden acabar con el capitalismo son muestras de escasez de pensamiento, puesto que no se debe proponer un cambio total que genere caos en el planeta y que pueda terminar en una nueva guerra mundial. Si bien Marx y Engels nos anuncian que el problema del capitalismo se halla en la distribución, Keynes nos plantea un pensamiento más importante: la base del capitalismo se encuentra en el consumismo y para que no haya nunca una crisis se debe buscar la forma de que el consumo no decrezca ni caduque.
El Estado fue el salvavidas del capitalismo. Keynes nos dice que lo público no puede estar en manos de unos intereses particulares, hay que diferenciar muy bien estos dos aspectos. Bien, El Estado no debe realizar acciones que ya estén haciendo los demás para hacerlas o un poco mejores o peores, que es lo más probable, sino ejecutar lo que no está haciendo ninguno y esto es lo público.

Para ello, se necesita recomponer el ‘contrato social’: debe haber una libre competencia controlada, es decir, que los créditos y la circulación de dinero estén controlados deliberadamente. El Estado debe organizarse, como lo insinuaba Burke, por ‘agenda’ y ‘no agenda’, lo primero se refiere a la Voluntad General y lo segundo a los intereses particulares que deben ser excluidos de lo estatal. Un Estado no sólo debe ofrecer protección física, sino también de otro aspecto para que el pueblo obedezca y se sienta agradecida con éste. ¿Cómo? Ser eficaz estatalmente es generar empleo para que haya consumo, por lo tanto, el Estado debe crear entidades burocráticas y hacer que el agro ascienda económicamente. Las entidades burocráticas no deben estar subordinadas por personas que hacen parte del mercado, sino de sujetos vinculados a lo social, no adheridos totalmente al Estado para que no haya un monopolio estatal, pero sí poyado en lo parlamentario.

En tiempos de prosperidad, según el capitalismo estatal, hay que ahorrar y en la crisis se invierte lo que se ha ahorrado. Sin embargo, esto no se debe poner en práctica sólo en lo individual y particular, sino también en lo público y estatal; dicho de otra manera, los impuestos que cobra el estado en los salarios deben ser tomados como ahorros, por una parte, y como inversión social, pro otra, así se tendrá dinero para lo tiempos difíciles como los del ’30 o los del 2008. Asimismo, el que los proletarios ahorren de su salario toda una vida para obtener una pensión cuando ya no puedan trabajar es bueno, puesto que tendrán dinero para seguir consumiendo aunque no estén trabajando; también por ello el capitalismo de Estado ve con buenos ojos la indemnización.

El salvavidas keynesiano sólo va a durar hasta el ’73, porque si bien desde el ’45 se había dado una hegemonía gigantesca pro parte de los E.U., para el año 73 iba a comenzar a decaer y, junto a ella, las propuestas keynesianas. Revisemos: en 1973, surge la crisis del petróleo, pues Egipto ataca en pleno Yom Kippur (celebración del nuevo año judío), pero los estadounidenses defienden a su aliado Israel atacando a los países árabes (musulmanes en su mayoría), entonces, la OPEP, en esa época liderada pro los países árabes, bloquea la circulación de petróleo hacia E.U.. Segundo hecho: en 1974, cuando ya hubo acontecido la guerra de Vietnam, el país norteamericano pierde, debido a que invirtió demasiado dinero en este conflicto armado y no obtuvo ganancias. Tercer acontecimiento: en 1980, acontece la crisis de la deuda. Los estadounidenses que, recordemos, son los de la deuda externa más grande del mundo necesitan dinero para su país y para pagarle a Japón y Alemania, entonces, se ven obligado a cobrarle a los países que están deudas con ellos , muchos de ellos, suramericanos; sin embargo, estos últimos no pueden pagarle a causa de incapacidad monetaria.

La libre competencia nuevamente era la causante de la decadencia de la hegemonía estadounidense, eran víctimas de su propio invento y debían inventarse otra cosa. Pero, no crean que Estados Unidos iba a dejar que el capitalismo se destruyera así por así y aceptar abiertamente que la habían embarrado con el laissez-fair. Solución: Hayek (suizo) y Freedman (estadounidense), ambos ganadores del Nóbel de economía, el primero en el 74 y el segundo lo hizo dos años más tarde (desconfiemos de estos premios); en definitiva, la solución se llamaba Neoliberalismo.

Primer planteamiento neoliberal: replantear las relaciones de producción. La producción, según Marx y Engels (no dejemos nunca al segundo por fuera), estaba constituida por un capital fijo (CF) + capital variable (CV); entonces, Freedman y Hayek creyeron que habían descubierto el agua tibia cuando ya los pensadores del socialismo lo habían dicho: para hacerse ricos hay es que reducir el CV; y en esto consiste el neoliberalismo. Esto implica reducir y controlar (disciplina fiscal) los salarios y la protección social. No contentos con ello, se crea un nuevo mercado a través de la privatización de la protección social y las pensiones para seducir a la inversión extranjera y fortalecer el sector financiero. Segunda propuesta neoliberal: ascender deliberadamente las privatizaciones y seducir al máximo a la inversión extranjera. Lo primero se debe dar en todos los sectores para que haya una “universalidad”, término utilizado por el Consenso de Washington, sobre todo, en los servicios y los recursos naturales. Con respecto a lo segundo, debe haber una “igualdad” (palabra también utilizada por el Consenso de Washington) entre extranjeros y nacionales. Última propuesta: aplicar el fordismo, es decir, el ensamblaje por parte. Por ejemplo: una chaqueta Adidas cuesta alrededor de US $ 90, para hacerla se necesita algodón, primero que todo, entonces, desde Colombia, en donde se produce este tipo de materia prima, se exporta; valor del algodón: 50 cent. Luego, se transporta hacia Perú en donde se producen las telas, lo que tiene el mismo valor. Por último, en México o El Salvador las maquilas hacen el ensamblaje.
Atención con el papel tan importante que desempeña el Estado que, nuevamente, salva al capitalismo: el control de la moneda; todo puede ser flexible, a excepción de la monedad, gracias a ello es que se pueda dar un neoliberalismo muy sólido. De esta manera se llega nuevamente a una economía de mercado.

El problema del neoliberalismo se encuentra en la distribución, debido a que lo que domina es la inversión extranjera y las riquezas se la llevan toda, no queda nada para los locales y los pobres se hacen más pobres. Si bien Marx y Engels acertaron con ello, existe un gran hueco en esta teoría: ellos plantean una lucha de clases entre burgueses y proletariados, pero nunca se imaginaron que en América Latina surgieran otras clases sociales: las etnias. Habría que repensar en ello y el adivinen a quién se le debería pedir ayuda. “El salvavidas del capitalismo ha sido el Estado y la democracia”, ¿recuerdan mi hipótesis? Ya está afirmada, reafirmada, argumentada y clara.

… El niño se sentó en dirección diagonal hacia mí, yo lo intimidaba con la mirada, de repente, cuando vio que el perro caliente estaba casi listo, le dijo al que lo estaba haciendo. “para llevar, por favor”. Yo incrédula y sorprendida le pregunté lo que parecía obvio para él “¿Por qué lo pediste para llevar?”, lo que el niño respondió hizo que mi percepción cambiara: “para compartirlo con mis hermanitos”. La mirada se me perdió entre las calles, el frío me perforó la piel y el corazón se me atragantó. Cuando reaccioné él ya se había ido sin decir ni una sola palabra, si siquiera me dio las gracias. En ese momento, no pensé que era un maleducado, sino en darme una cachetada y gritarme “¡Por qué no le diste otro perro caliente!”. Evidentemente el niño tenía hermanos y eran mínimo dos, porque lo dijo en plural y, para completar, eran menores, pues el diminutivo me lo insinuaba.

No entendía el nombre que se le había otorgado a este modo de producción que se transforma y no se destruye, como la materia. Entendí, entonces, que el nombre no se debe a que la base es el capital, sino a que capitaliza a los más débiles y cuando conjugo el verbo ‘capitalizar’ no me refiero ni a la primera ni a la segunda definición que aparece en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), sino al tercero “utilizar en propio beneficio una acción o situación, aunque sean ajenas”. Si bien no estamos en una época totalmente capitalizada, sí estamos en el mundo de la capitalización por parte del capitalismo y, junto a él, el neoliberalismo.

1 comentario:

  1. De repente, producto de una extraña curiosidad, decido mirar tu blog, herramienta con la cual aún no me encuentro muy familiarizado; pero bajo el presagio de que encontraría algo cautivante, el cual se cumplió en tanto unas pocas líneas que en principio lucian borrosas, recrearon la ilusión de uan vieja frase de Victor Hugo en los Trabajadores del mar, la cual reposaba: "Todo hombre es libre de ir o no ir a ese promontorio del pensamiento donde se divisan las tinieblas. Si no va se queda en la vida ordinaria, y está bien, para el reposo". Provocando así una explosión en mi cabeza que obligaba a ser plasmada, pues pocos logran transcender esa barrera, y tu texto invita a lograr tal cometido, a ver más allá de lo evidente por así decirlo.

    De esta manera,quisiera partir desde la hipótesis que enuncias: "El salvavidas del capitalismo ha sido el Estado y la democracia", pues gracias a ella, logré aclarar algunos laberintos en mi cabeza, y podré profundizar algunas ideas que introduces; sin embargo, para no alargarme mucho, simplemente quiero dejar un par de ideas a discutir.

    El modelo neoliberal implementado desde el “Consenso de Washington”, se constituiría como un proyecto cultural, donde la sociedad se definiría por el modelo económico, es decir, por el mercado, el mercado ha definido un determinado tipo de sociedad a la latinoamericana, una sociedad desde la economía formal bajo la vigilancia del Estado, y otra sociedad desde la economía informal, sin ninguna vigilancia.

    En este punto, retomando tu hipótesis, tendría que decir que el Estado per se, ya no sería el salvavidas del capitalismo, pues en un escenario de globalización y neoliberalismo, es el mercado quien perpetúa y adecua al capitalismo a los diferentes contextos, el Estado se convierte en un espectador más, no tiene suficiente potestad para determinar el alcance del capitalismo.

    Ahora bien, las implicaciones que lleva consigo la economía de mercado, revisten en que la noción de intercambio estructura todo tipo de interacción entre los individuos. Y es allí donde logramos la conexión con la democracia, pues la democracia es el sistema que permite al mercado libre obtener el máximo de ganancias, en tanto crea la ilusión de igualdad y justicia, pero es tan sólo el velo de algo mucho más perplejo: tu libertad va hasta donde no perjudique mi ganancia, o por otro lado, hasta donde me genere ganancia, de allí la emergencia del trabajo informal y las repercusiones que trae consigo. Con lo cual no quiero decir que la democracia como sistema ideal de gobierno deba repensarse, pero si lo que tenemos hoy día como democracia, lo que en esa medida si sería parte de tu tesis inicial, para al final concluir en que aquello que ha logrado perpetuar al capitalismo ha sido la democracia y el mercado.

    Por último, la pregunta que dejo abierta es si puede pensarse en una "democracia de mercado", y cómo definirla?; y la que te hago directamente radica en cómo reconciliar el viejo adagio popular "no des peces, sino enseña a pescar", lo cual se supone como labor primordial del Estado para hacer que el esquema de oferta-demanda que estructura el funcionamiento del mercado y del capitalismo mismo, lo cual si efectivamente se diera podría reafirmar tu hipótesis completa. Al final, qué hacer?, darle todos los perros calientes que requiera ese niño?....la respuesta no es clara, pero esa primera opción siempre da tranquilidad a la conciencia, pues el otro extremo sigue siendo borroso, pero hay que preguntarse si talvés llevamos dándole una falsa tranquilidad a nuestra conciencia durante mucho tiempo...

    De nuevo, retomando a Victor Hugo, vale la pena atravesar ese umbral del pensamiento donde ahora mismo divisamos las tinieblas, para no seguir en una vida ordinaria...

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